Son favoritos por múltiples razones, ninguna de peso salvo la emoción de recibir lo que pediste, porque era el juguete de moda o el aparatito que ponía rojo de envidia a tus amigos. Acá mi Top Five List.
1

Omega Suprime. Lo recibí cuando vivía en Iquique. Debe haber sido en 1986. Los Transformers estaban de moda. Y este era el más grande de todos. Se transformaba en una estación de lanzamiento espacial. Las alas del robot eran la pista, sus brazos el cohete espacial, las piernas la torre y el tronco una suerte de vehículo. Muy cool. ¿Qué pasó con Omega Suprime? Supongo que se perdió en alguna mudanza.
2
He-Man. En 1985 He-Man la llevaba. Veía los dibujos tupido y parejo. Llegó Nav

3
Jeep a control remoto. Fue en Santiago. Recuerdo que el mismo día de Navidad llegamos a la capital desde Antofagasta, en un largo viaje en bus (un Flota Barrios de dos pisos). Mis papás llegaron a comprar los regalos todos apurados. Y a mí me llegó un auto a control remoto. El modelo era el Land Rover clásico. Aunque no lo había pedido, estaba feliz. A mi primo Edison, que esa vez estaba con nosotros, también le llegó uno, aunque diferente. El de él era un jeep rápido, pero el mío tenía fuerza y andaba por la tierra y pasto. Claro que había que seguirlos, porque eran con control remoto con cable. Todavía lo tengo guardado.
4
Tente. Cuando era chico, el mundo se dividía en dos facciones: a los que les gustaban los Lego y a los que le gustaban los Tente. Era como Windows o Mac. Coca Cola o Pepsi. Yo era un niño Tente. Según yo, eran más sofisticados. Los Lego eran para los bebés. Bueno, lo cierto es que varias veces me regalaron juegos Tente, con los que armaba autos, aviones, barcos, naves espaciales y cuánta cosa se me ocurriera. Lo malo es que las piezas eran pequeñitas. Y a los perros les gustaban las piezas pequeñitas.
5
“Rana”. Iquique es la ciudad de los surfistas. Yo nunca quise ser uno de ellos, pero sí me entusiasmaba tener una tablita para ir a Cavancha. Pedí una body surf y mis papás llegaron con una “rana”. Supongo que no sabían la diferencia. La “rana” era una tabla redonda de madera que servía para deslizarse en las orillas y aunque no era lo que había pedido, igual daba onda llegar con la “rana” bajo el brazo a la playa. Si eras capo, la diversión estaba asegurada, lo que nunca ocurrió en mi caso. Un par de costalazos minaron mi ánimo y mi mamá terminó usando la tabla como mesa. Sus dimensiones encajaban justo con lo que ella quería. No sé dónde quedó mi rana.
Menciones honrosas
Debo haber recibido muchos regalos cuando chico, pero no me acuerdo de todos. Pero acá algunos que sí recuerdo.
- Morral. Otra vez Iquique. Iba en quinto básico y pedí para Navidad un morral o banano, como le dicen ahora. Era marca Head. Negro con amarillo. Muy simple, pero a mi me encantaba. Era como de goma por fuera. Práctico, bonito y te daba onda. Qué más puede querer un niño de 10 años. Lo usé hasta grande.
- Un auto policial a pilas con un parlante. Me lo regaló mi abuelo en 1982, creo. Le apretabas la sirena y escuchabas una historia de persecución policial, balacera y todo. Recuerdo que lo recibí, jugué y desapareció. Lo daba por perdido. A los años mi mamá me lo pasó. Ella lo había guardado para cuidarlo, porque yo era muy chico para un juguete así. Tenía razón. Apenas me lo pasó de nuevo, lo desarmé y nunca más funcionó. Bu.
Uf! Este blog si que está agarrando ritmo. Lo que lo hace más interesante, ya que cada día que entro hay algo nuevo y como a mi me gusta leer me entretengo bastante.
ResponderEliminarCon respecto a los regalos, yo más bien recuerdo momentos de las navidades.
De los regalos , creo que solo recuerdo 2: una vez que me regalaron un flotador para la playa y otra cuandome regalaron la bicicleta.
Esta tuvo un sabor agridulce porque en la navidad del 82 yo aun crei en el viejo pascuero, y días antes de celebrarla, mis papás me dijeron lo siguiente:
- Tu quieres una bicicleta. El viejo pascuero no existe, y como yo te la voy a comprar, quiero que vayas conmigo para que eligas la que más te gusta- ....Plop!
En realidad no sabía como procesa la información recibida, así que solo seguí a mis padres y elegí la bicileta que me gustó, una roja que podía agrandarse.
Así fue que me enteré que el viejo pascuero era una vil mentira.
Susana
jajajajajajaja
ResponderEliminardebes admitir que aún te gustan los juguetes, eres un niño y sé
que estarías feliz ahora a tus 31 años recibiendo cualquiera de esos que nombraste. Me encanta que seas así. Te amo.