miércoles, 10 de agosto de 2011

Deja Vú

La primera nota que escribí en este blog fue sobre los estudiantes secundarios. Tomas, marchas, peticiones, emplazamientos, ingeniosos carteles y un gobierno totalmente sobrepasado por el movimiento. Deja Vú. Gran Deja Vú. Cinco años después estamos en las mismas. Esos escolares de primero y segundo medio son los que hoy están en las universidades, los que encabezan las protestas y van por lo suyo, por lo que esa vez no se solucionó, por la deuda del Estado con los chilenos.
Recuerdo a Bachelet en cadena nacional ofreciendo becas, fondos de inversión, nueva ley (LGE) y otras cosas más. Fue un ofertón que esa vez se aceptó. Era en apariencia bueno (ahora sabemos que no lo fue). Los pingüinos habían ganado.Pero esta vez no resultó la medida. A Piñera no le resultó la jugada.
El ofertón también venía con luces, platillos, bombos y una cadena nacional. La misma cajita feliz. Pero, ya inoculados, con mejores defensas, los estudiantes dijeron que no (¿alguien recuerda del Acuerdo GANE? Supongo que solamente Lavín), ellos van por más, por lo que legítimamente les corresponde, por lo que les pertenece a las futuras generaciones y a nosotros que, en su momento, no supimos qué hacer y agachamos la cabeza: ¡¡Educación gratuita y de calidad para todos!! 

lunes, 9 de mayo de 2011

La mamá

A la mamá yo la trataba de "Usted". Desde siempre. Nunca usé el "tú" con ella. Y no porque ella lo exigiera, era el respeto, el peso de su autoridad matriarcal, su superioridad el que me impedía tutearla.
-Mamá, ¿la puedo tutear?
-Si tú quieres, yo no tengo problemas.
-Pero no se vaya enojar, poh.
-No me enojo.
-Ya, oye Zoila....pffff, jajajaja.
-Jajajajaja.
Más o menos así eran mis intentos por usar el "tú". A mis amigos le causaba extrañeza esa relación, quizás la consideraran aburrida, antigua, distante probablemente, porque además el papá era "tú para arriba" y "tú para abajo", pero ella no. Ella era especial, reflexiva, sabia, de esas mamás que con una mirada lo dicen todo. Y todo es todo. Lo bueno y lo malo. Ternura, risa, consuelo, reto.
El peor castigo de "la mamá", como yo le decía, era la indiferencia, la ley del hielo total. Cuando se enojaba o cuando hacía una tontera que a ella le dolía, era indiferente, no te respondía ni te miraba, por esos minutos no existías para ella. Y eso era lo peor que te podía pasar. Que por unos segundos no existieras en su vida.
-Mamá, ¿está enojada?
-...........
-Oiga mamá, no se ponga así...
-.............
-Ya, pero dígame algo, poh, no se ponga así...
-.............
-Ya, si sé que la embarré, pero hábleme...
-...............
-Mamá, mamá,mamá, mamá... (incluyendo zarandeos varios)
-..............
Y así podíamos seguir varios minutos. Ella seguía haciendo sus cosas. Leyendo (le encantaba leer, me gustaría haber tenido esa capacidad), manejando, viendo tv, cocinando o lo que fuera. Sé que fingía, que me escuchaba y que le daba risa la situación, la cara de asustado que ponía, imaginándose lo que yo pensaba en ese momento. Era una dinámica que después, ya adolescente, se repetía más seguido, pero era entretenida, creo que para mí y mis hermanas. Esas son las cosas que se echan de menos, las anécdotas, los consejos, su sabiduría y, por sobre todo, su inmenso amor, uno que hoy, ya más viejo y a varios años de su muerte, no termino de entender ni sopesar ni deja de maravillarme.

Algo más de la gran Zoila acá

domingo, 1 de mayo de 2011

Este perro necesita alas

No me gustan las bebidas energéticas. Las creo peligrosas para la salud. Y una moda. Muchos andan con una Red Bull en la mano porque es algo cool, sofisticado, in, shuper o como usted quiera llamarlo. Soy más bien de la teoría de Sportacus, que la energía viene de las frutas y no tanto químico.  

miércoles, 23 de marzo de 2011

"Está la muerte..."

En una empresa de amortajamiento, tres japoneses comen pollo. Claramente lo disfrutan.
- ¿Cómo están?, pregunta uno.
- Están de muerte, responde otro.
Es una escena de humor negro de la película "Departures" (fue extrañamente traducida como "Final de partida"), que toma fuerza gracias al clásico ceremonial que los nipones le agregan a todo evento. No hay risas. Sólo el comentario, genial en el contexto.
Cuando vi la escena me acordé del dicho "está la muerte" y de la primera vez que lo escuché. Fue en el verano de 1985. Tenía 9 años. Vivíamos en Santiago. Tras una tarde de piscina en el Estadio Nacional, caminábamos con mi primo mayor de regreso a casa. Un vendedor nos ofreció helados. Eran unas paletas de agua, Manhattan creo que era el nombre de fantasía. "Estos helados son la muerte", nos dijo el tipo.
Mi cabeza comenzó a volar. "¿Helados que son la muerte?", pensé. ¿Qué era eso? ¿Los comías y morías? ¿Eran peligrosos? ¿Era legal vender algo así?
-¿Por qué son la muerte?, le pregunté a mi primo, un par de años mayor, esperando una respuesta aclaratoria.
- Porque sí, porque son ricos, los comes y son la muerte, me dijo.
- ¿Pero si los comes te mueres, cómo es eso de la muerte?, insistí.
- No puh tonto, se rió. Se dice "están la muerte" porque son ricos.
No entendí, pero no quise preguntar otra vez. Claro, en el mundo de los niños las cosas suelen ser o no ser, blanco o negro, son totales, el momento es todo, nada de matices ni interpretaciones. Y, obvio, los dichos no están hechos para entenderlos, sólo para repetirlos.

viernes, 18 de marzo de 2011

Sin rotulados

Son cerca de 40 cajas las que hoy guardan gran parte de mi vida. Hay de todos los tamaños. Grandes, medianas y pequeñas. Todas de cartón. Por fuera se ven iguales, pero en el interior hay de todo, libros, ropa, juguetes, música, papeles, películas, libros, fotos...recuerdos. Las cosas que llegaron allí pasaron por una selección. Si no fueron a la basura o las regalé fue porque me importan. Cuánto. No lo tengo claro aún.
Lo simpático de todo es que sé que estarán ahí por semanas, meses y quizás años. Me importan, pero no lo suficiente para el desempaque. Quería una mochila liviana, pero a cambio conseguí decenas de cajas de cartón. Unas arriba de otras. Ahí están.
Apiladas en la sala, con sus distintas dimensiones, conforman una mini ciudad, como en el final de El Ciudadano Kane, cuando la cámara se eleva y muestra un desparramo de recuerdos, chucherías, cachivaches, lujos y reliquias, todo mezclado, sin rotulados. Pero la gran diferencia es que acá no hay un Rosebud. Es rara la sensación de guardar tu vida en cajas. De encerrarla. Encasillarla.
En algún momento fue algo catártico, pero ya no tanto. Ordenar tu materialidad fue bueno, darle jerarquía a las cosas me dio la impresión de que todo adquiría un primero, segundo y tercero. Todavía tengo ese sabor en la boca. "Hey, soy un adulto, ordené mi vida". Pero las sensaciones se desvanecen. Uno no vive de sensaciones.
Hay un jeep a control remoto que me regalaron para la Navidad de 1985 y una patrulla policial a pilas que recibí de mi abuelo en 1982. Reliquias pop. Hay un cargador solar para iPod del 2010. Antes y después. Ayer y ahora. Así va la mano. Cintas de los 60 y 70, vinilos de los 80, CD de los 90 y MP3 del 00. No sé qué significa todo esto. No sé siquiera si hay que darle un significado. Capaz que no. Quizás todo es más simple. Cajas con cosas guardadas que, cuando llegue el momento, serán desempacadas. Nada más.

lunes, 14 de marzo de 2011

La mitad de la vida

Los 35 años. La mitad de una vida. Un limbo. Eres adulto, pero no adulto-adulto. Dicen que los 40 son los nuevos 30. Es el camino serpenteante de los treintitantos. Miro y no veo nada claro en el camino. Es odioso comparar, pero a mi edad mi papá ya tenía tres hijos y toda la responsabilidad de un hombre de la casa que yo no tengo ni en las cómicas. Y eso no es ni bueno ni malo. Es no más.

sábado, 12 de marzo de 2011

Alegato terremoto


Cuando los expertos dicen que habrá un gran terremoto en el norte, es porque habrá un gran terremoto en el norte. Me da lata la gente que escribe o alega que se asusta a la gente con ese tema. Si es verdad. Prefieren tapar el sol con un dedo. Meter la cabeza en la tierra como el avestruz. Y qué quieren, que no se diga nada para que cuando quede la crema aleguen porque nadie les avisó. Chao.
Ahora con el tsunami de Japón, en Facebook y Twitter pucha que han reclamado por la evacuación en Antofagasta, que al final el tsunami nunca llegó, que para qué las alarmas, las sirenas y todo el show. No es parafernalia, era lo necesario. Eso. Gente.