martes, 10 de septiembre de 2013
La jaqueca cobarde
La jaqueca es cobarde. Se asoma muy lentamente. No quiere que la descubran. Primero lanza una suerte de avanzada. Sientes una pequeña molestia, casi imperceptible, en la cuenca del ojo. Te engaña, porque piensas que es falta de sueño, una rabia pasajera o que el problema es tu ojo. ¿Me estaré quedando corto de vista?
La incipiente migraña, cuando encuentra terreno fértil, avanza firme. Deja caer todo su peso, su desagradable presencia. Entrecierras el ojo. Sólo así puedes enfocar mejor. Ya desatada, te golpea, te machaca un sólo punto de la cabeza. Generalmente cerca de un ojo. Saca su aguja y la hunde con fuerza en tu cráneo, penetrando con eficacia y eficiencia. Hasta el fondo. El dolor es focalizado, pero el malestar se generaliza. Tiene sus armas la migraña. Si ataca con fuerza te molesta la luz, los ruidos, te late la cabeza y hasta te genera malestar estomacal. Uno llega a odiar a la jaqueca. Pero, como en muchas cosas, es compañera de toda la vida. Mejor que pelear con ella, es acostumbrarse y aprender a sobrellevarla. Un par de pastillitas y se calma hasta que se aburre y vuelve a aparecer.
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