
Recién el año pasado el Gobierno de Chile reconoció esta realidad, pese a que se sabía desde mucho antes la existencia de las minas antipersonales. Estos siniestros artefactos fueron sembrados por la dictadura de Pinochet en 1978, cuando la oficina vivió uno de sus más tristes episodios y se convirtió en un campo de detención.
Según el Monitor de Minas Terrestres (la ONG más poderosa del mundo en el tema), en Chacabuco hay 98 minas antipersonales. El PROBLEMA es que nadie sabe dónde están. Es decir, se sabe que existen, pero su lugar exacto se desconoce. Chile admitió el año pasado el tema y decidió cercar la oficina con letreros de "Minas" o "Zona de riesgo, explosivos no rastreados, no pasar". Inquietante, ¿no?.

En otras, palabras, durante unos 27 años, miles de chilenos y extranjeros se pasearon por el lugar, sin saber que podían estar pisando una mina. Uf.
Por protocolo, cuando las minas son sembradas, debe quedar un registro exacto de cuántos explosivos se plantaron y en qué lugares. El informe debe ser milimétrico. También se dejan los seguros de las minas en un borde del campo minado. Ese es un acuerdo "bajo cuerda

El drama es que en el caso de Chacabuco no existen estos registros. Como fue ilegal la plantación de minas (para que los presos políticos no escaparan), el Ejército no dejó información. Alguna muy vaga que fue rescatada y permitió establecer que son cerca de 98. Nada más. Por eso, la preciosa oficina, atracción internacional, esta cercada por alambres de púas. Linda cosa.
¿Qué han hecho las autoridades? Hasta ahora nada. Y tampoco hay interés. Se dice que como no se sabe con exactitud dónde están los artefactos, levantarlos es riesgoso

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